José Gualberto Padilla



— El indio antillano —

Agreste raza que el matiz lucía
del torso bronce en el desnudo cuello,
sobre el que grave la cabeza erguía
orlada en torno de áspero cabello;
la frente adusta, la expresión bravía,
negros los ojos de vivaz destello;
ancha la espalda, desenvuelto el busto,
pequeño el torso y ágil y robusto.

Blando en la condición y al trato esquivo.
Sobrio y frugal en el sustento diario,
en la campiña, labrador activo,
en el peligro, audaz y temerario,
en la vida exterior, rudo y altivo,
pero franco en su hogar y hospitalario.
Tal era el ser, que en nómada pandilla,
poblara un tiempo la feraz Antilla.

* * *

— El maestro Rafael —

Pobre y humilde artesano
de oscuro y modesto nombre,
hubo en borinquen un hombre
caritativo y cristiano;
con la dádiva en la mano
y en el corazón la calma,
ciñó por única palma
la pura y dulce alegría
con que sus dones hacía
para provecho del alma.

Es una historia de ayer,
que está viva en la memoria;
aún recuerdan esa historia
los que nos dieron el ser.
Ellos que pudieron ver
que el modesto menestral,
en combate desigual
con el tiempo y la ignorancia
a la pobre y tierna infancia
daba el pan intelectual.

Sacerdote de la idea,
de la ilustración obrero,
tuvo el noble tabaquero
la fe que redime y crea.
En la fecunda tarea
a que dió su vida fiel,
conquistó como laurel
de la tumba que lo abriga,
que hoy el nombre se bendiga
del maestro Rafael.

Y cuando el naciente sol,
que a iluminarnos empieza,
brille en toda su grandeza
en el cenit español,
a su candente arrebol
otra edad verá lucir
con letras de oro y zafir,
grabado en el mármol duro,
ese nombre ayer oscuro,
glorioso en el porvenir.

* * *

José Gualberto Padilla nació en San Juan en el año 1829

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