Francisco Manrique Cabrera



— Canción —

Otra vez con la canción adulta,
nube, pájaro o trino,
he llegado a mis lomas y palmas
todo río.
Balbuceo una lluvia de crepúsculos
porque soy horizontes.
Nada conozco
sino las huellas
que sobre mí olvidaron los caminos.
Mi planta sabe lomas:
esas muchachas jíbaras
cogidas de las faldas
jugando Ambos a dos...
Mis manos callosas de coquí,
no saben otra ruta
que la que el Seis Chorreao
les trazó sobre el güiro.
Por ella marcho con mi acento arcaico,
puertorriqueño, amargo, polijíbaro,
para aprenderle el canto
a una gotita de agua,
que nacida en la entraa de mis lomas
se pensaba en la tierra,
que soñaba de tierra,
tan de tierra, que se hizo ciudadana
del barranco y la arcilla.
Pobrecita gotita de agua
tan de tierra de noche y de día.
Ella me enseñará a cantar
porque ignora que al besarla de sol
le pretendo lucero,
y no sabe el chas chas ni el glu glu del arroyo.
Es la gota doncella de los silencios jíbaros.
Yo, yo cantaré.
¿Yo? Yo que eres tú, la montaña,
el río, la tierra, la palma,
y mis lomas: esas muchachas jíbaras
tan alegres y tristes
cogidas de las faldas
jugando Ambos a dos...

* * *

— Romance meñique —

A traición daba la luna
golpes de plata en la selva.
Las estrellas se persiguen.
El arroyo se destrenza.

Sentada junto al silencio
en un rincón de su verja,
sus manos, marfil y nácar
sobre sus rodillas piensan.
¿Qué les sucede, y por qué,
a su cabellera suelta,
y a sus ojos que galopan
sobre la llanura inmensa?

Sus plantas besaron luego
el perfil de la montaña,
mientras que sobre las rocas
a traición la luna daba.
Por el ojo de una aguja
se escapa la madrugada,
y la naranja del cielo
cada vez está más agria.

Luego se supo un cantar
que quizás trajera el viento:

-Mi padre quiso casarme
con el rico avaro invierno,
mas mis ojos eran llamas,
mis labios eran de fuego,
y una noche en que atrevido
se subió el frío a mi lecho
me amamantó la montaña
amargamente en su seno.

La luna bulle en el prado.
Hay una quietud patética.
Las estrellas se persiguen;
el arroyo se destrenza.
A traición daba la luna
golpes de plata en la selva.

* * *

Francisco Manrique Cabrera nació en Bayamón en el año 1908

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