Edwin Figueroa



— ¡Por fin llegas, Amor! —

¡Por fin llegas, Amor!
¡Cuánto te había extrañado!

La contemplo en silencio
con un grito estrangulado en la garganta.
Me mira,
solo soy un transeúnte,
un extraño que pasa y se detiene
a la orilla del camino.

Me le acerco,
paso mi mano por su frente,
detengo mis dedos
en el albo lóbulo
de su oreja,
la beso, recorro con mis labios
la suave tez de sus mejillas,
anido mi rostro en el recodo
que forma el hombro con su cuello,
la abrazo,
siente mi pecho crecer y desbordarse
en una ola gigante.
Mi corazón ha estallado en mi interior
junto al acelerado palpitar
de su pequeño corazón acorralado
y oigo su voz alucinada
que me solloza en el oído.

¡Por fin llegas, Amor!
¡Cuánto te había extrañado!

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